RESILIENCIA PARA SOÑAR.

Entrevista a Dra. Chen Mao Davies
Texto de María D. Martinez

La Dra. Chen Mao Davies entró con una sonrisa a la cafetería de Covent Garden donde habíamos quedado. Lista para charlar, no para ser entrevistada. Y eso hicimos, charlar. Sobre sueños, adaptación, trabajo duro y resiliencia.

De ganar un Oscar y un BAFTA, a dedicar sus esfuerzos en construir una app para ayudar a madres en el proceso de dar el pecho. El discurso de Chen se construye bajo la premisa de adaptar nuestros planes para que recobren valor. Valor personal.

Esta entrevista va de cómo la vida, a su modo, no para de enseñarnos el camino a seguir. Incluso cuando ello conlleva darse la vuelta, apostar y arriesgar en un salto al vacío.

Retrato Dra. Chen Mao Davies. Fotografía Dragoș Popescu.

M.D.: Llegaste a Reino Unido hace 19 años desde China. ¿Cuál era el sueño que perseguías?

C.M: Vine aquí para hacer mi máster en Ciencias de la Informática. Ya había terminado mi grado en Ingeniería Mecánica pero no quería ser ingeniera. Siempre tuve un sueño: trabajar en cine.

Durante mi infancia en China, en los años 80, apenas teníamos películas extranjeras. Nos llegarían como un par al año y todo el mundo iba al cine a verlas. Recuerdo ver El Rey León, probablemente dos o tres veces, y cómo me impresionó. No podía creer cómo se podía crear algo tan emocionante con dibujos. Puedes contar una historia que llega directa al corazón de la gente y con la que todos nos podemos identificar. Fue ahí cuando supe que quería trabajar en algo así. Y tras el hito que supuso Toy Story en la industria a nivel gráfico, pensé: “Quiero trabajar en cine, pero ¿cómo lo hago? ¡¿Qué necesito para llegar ahí?!” (ríe).

M.D: Y ahí comienza el recorrido. ¿Obstáculos en el camino?

C. M: Pues mira, yo podía leer en inglés, podía escribir en inglés, pero no era capaz de hablarlo bien del todo. Y aparte de eso, el primer lugar al que me mudé en Reino Unido fue Dundee, en Escocia. Acento escocés propiamente dicho. Así que si me era difícil entender inglés en general, imagina. Me costaba mucho entender las clases, no sabía de lo que hablaban los profesores, me costaba entender las tareas. El hecho de no poder comunicarme como quería me hacía parecer estúpida delante de la gente. Pero yo me sentía igual de válida que cualquiera. Trabajé muy muy duro. Grababa cada clase y luego iba a casa a re-escuchar y revisar todo. Trabajando más duro que nadie acabé por conseguir matrícula de honor. Todo siempre se basa en la resiliencia.

M.D: Y decidiste quedarte en Reino Unido después.

C.M: Cuando terminé el máster tenía dos opciones: volver a China o encontrar un trabajo y una empresa que me patrocinase. No consideré ninguna de las dos opciones. No quería volver a China pero tampoco sentía que supiese lo suficiente como para encontrar un trabajo en la industria. La única otra opción era seguir estudiando, hacer un doctorado y conseguir una beca. Cada vez me gustaba más este país y no quería abandonar.

M.D: ¿Necesitabas la beca para poder quedarte aquí?

C.M: Quería hacerlo. Había un tutor chino en la Universidad de Brunel cuyo proyecto de investigación era sobre Animación Informática e IGC (imagen generada por ordenador). Justo lo que yo quería. Sin embargo, el proyecto no había conseguido financiación. Recuerdo pedirle a mi madre que me prestase el dinero para empezar. Trabajaría en un hotel, en McDonalds, ¡donde fuese!, pero necesitaba el dinero para el primer semestre. Y aquí hay un giro interesante. De repente el proyecto recaudó algo de financiación y pasó a ser de interés para otros estudiantes. Así que, por fin tenía la oportunidad de ser becada pero tendría que competir contra muchos otros. La verdad pensé que tenía cero oportunidades de conseguirlo.

M.D: ¿Te planteaste alguna vez volver a China?

C.M: Prácticamente tiré la toalla en ese momento, pensé en hacer las maletas y marcharme. Pero un amigo que conocí en la universidad me dijo: “Chen, tienes que demostrarle que lo vales”. Tenía que demostrar que tenía el talento y la determinación para hacerlo. En ese momento sentí que estaba en un acantilado. Tenía que utilizar mis manos y mis pies y agarrarme fuerte para no caer al vacío. Y no quería caer, quería conseguir ese proyecto. Trabajé toda la noche en mi propuesta, cansadísima y feliz a la vez.

M.D: Es el sentimiento que genera trabajar por algo que quieres, ¿verdad?

C.M: Exacto. Es ese sentimiento de que estás a punto de perder algo, es raramente bonito, está a tu alcance pero parece dejarte al mismo tiempo. Se siente triste y especial a la vez, te hace luchar por lo que quieres.

M.D: No hagas que me emocione… (ambas ríen). Entonces, ¿te dieron la beca al final?

C.M: Pues, terminé la propuesta, y no te vas a creer lo que pasó. ¡Los carteros se pusieron en huelga! El tutor recibió mi propuesta pero no le llegaron la mayoría de las otras y, de las pocas que recibió, la mía era la mejor. ¡Y me dieron la beca! Más tarde me contó que después de la huelga recibió como unas 100 aplicaciones más, pero que la mía mostraba mi espíritu, pasión, lo mucho que quería esto.

M.D: Y al final acabaste trabajando para una gran empresa creando efectos especiales. ¿Sentías que habías alcanzado la cima del acantilado en ese momento?

C.M: Bueno, justo después de mi doctorado no entré directamente en la industria del cine. Era bastante duro. Así que primero decidí conseguir más experiencia trabajando para una empresa de software que creaba modelos en 3D para diseño sostenible, lo utilizamos para construir la Terminal 5 del aeropuerto de Heathrow en Londres. Aún así, seguía empeñada en trabajar en cine, así que me hice pasar por estudiante en una feria donde participaban grandes empresas como Disney y Dreamworks, para ver qué era lo que necesitaban. Después de eso trabajé para otra compañía de software que usaban arquitectos y diseñadores para crear modelos de objetos reales, y eso se acercaba más a lo que necesitaban en cine: la representación foto-realista. Y bueno, yo conocía a un amigo de la universidad que trabajaba como runner en una empresa de cine. Ya sabes, llevando cafés, repartiendo el correo. Me dijo que estaban buscando a gente pero nada, no lo conseguí esa vez.

M.D: Entonces, ¿más bien sentiste que ibas a caer de ese acantilado?

C.M: Si, lo llegué a sentir, pero gracias a ese mismo amigo decidí volver a contactar a la empresa. Dí con el email que necesitaba, inventándomelo: nombre + apellido @ empresa.com (ambas ríen) ¡y funcionó! Me contrataron para trabajar en “Gravity” directamente.

M.D: Cuando se trabaja duro y se persigue un sueño, al final se consigue.

C.M: Muchas veces no vivimos la vida que queremos. Vivimos eso que está construido por, no sé, el lugar de donde vienes, tu familia, las oportunidades que se te presentan. Quizá el pensar que no eres lo suficientemente buena, o simplemente trabajas en algo por un buen sueldo, pero no es lo que realmente quieres hacer. Por experiencia he aprendido a no comprometerme. Si quieres algo vas a por ello, y si no es para ti, debes probar hasta que encuentres lo que de verdad te define.

M.D: ¿Y tú cuándo lo encontraste?

C.M: Cuando descubrí mi espíritu emprendedor. Había trabajado en la industria del cine, gané el Oscar y el BAFTA, pero me sentía como una pequeña pieza dentro de una gran maquinaria. Es genial entretener a la gente, pero ¿qué es de aquello que te toca de cerca?

M.D: ¿Cuál fue ese momento en el que decidiste que querías perseguir algo que a priori parece más “pequeño” pero que en realidad es mucho más gratificante?

C.M: Tuve una muy mala experiencia al intentar dar el pecho a mi primer bebé y fue imposible encontrar el apoyo que necesitaba. Era frustrante entrar en todos esos fórums online y ver cómo las mujeres estaban pasando por lo mismo que yo sin encontrar una respuesta clara.

Así que pensé, con mi experiencia realmente puedo hacer algo para cambiar la vida de estas mujeres. Podemos crear avatares de madres y bebés en 3D para visualizar procesos. Usamos la tecnología para absolutamente todo, ¿por qué no se está utilizando para ayudar a madres en el proceso más natural de la vida? Así fue como nació Latch Aid.

M.D: Y de ahí, a ganar el premio Woman in Innovation.

C.M: Cuando dejé mi trabajo fue duro, pero sabía que quería darlo todo por el proyecto. Volviendo a ese acantilado de antes, sentía que volvía a estar en la cima, pero necesitaba saltar. Y cuando saltas tan sólo hay dos opciones: o caes, o vuelas. Y yo dije que jamás dejaría de agitar las alas para volar a otro lugar. Y pasó. Ese mismo mes gané el premio.

Lo siento como un nuevo capítulo. Ahora mi misión es ayudar a mujeres, no importa si vienen de una pequeña vivienda de protección oficial, o de una familia pudiente en Chelsea. Mujeres en África, China, donde sea, todas quieren lo mejor para sus hijos. Y quiero ayudarlas. Quiero estar ahí para apoyarlas.

M.D: Esto me lleva a mi siguiente pregunta. Hay una parte de la app a la que llamáis “Análisis de sentimiento”, algo que encuentro fascinante. ¿Qué es? ¿Cómo funciona?

C.M: Uno de los mayores problemas es la ansiedad que genera en la madre el no poder dar el pecho de manera correcta y el sentimiento de culpa que acarrea. Así que se nos ocurrió, ¿por qué no utilizar Inteligencia Artificial para proporcionar apoyo 24/7?

Hemos entrenado a los sistemas de AI de manera diaria con todo tipo de preguntas, pero claro, los chatbox no tienen sentimientos, ni los entienden. Lo que hemos hecho es crear un IA “sentimental” que analiza el discurso y el lenguaje de las madres. Cuando una madre dice “me siento fatal”, un chat box normal no detecta nada, pero nuestra IA está entrenada para comprender este tipo de expresiones. Ahí entendemos que no sólo necesita ayuda física, si no que también emocional, y entran al juego las tres personalidades de nuestra IA. La empática para dar consuelo, la técnica para dar respuestas, y una estándar, para equilibrio. La usuaria elige la personalidad que necesita en cada momento.

M.D: Bueno, ¿y qué queda por delante?

C.M: Pues conseguir que el sistema de salud nacional adopte la app. Estamos dando licencias gratis a hospitales y esperamos conseguir que se prescriba la app para que sea de acceso gratuito en las comunidades más pobres. De verdad esperamos que esta app cambie vidas. Vamos despacio pero con buena letra.

M.D: Y para terminar, ¿qué le dirías a alguien que siente que es hora de “saltar al vacío”?

C.M: Existe una muy buena analogía en China con el bambú. La planta se desarrolla bajo tierra, puede tardar hasta 4 años. Cuando empieza a crecer apenas puede verse, pero al quinto año, se dispara hacia el cielo y nada puede pararla. Saltar da miedo, pero si has trabajado duro para ello, el impulso al cielo está asegurado.